De las canchitas de Obras, una especie de potrero del vóley donde el «Nene» jugaba desde los 6 años, a veces descalzo, y casi siempre con Matías Sánchez, su compañero de Selección, al podio olímpico. A Bruno Lima todavía le cuesta creer que cumplió un sueño: ganar la medalla de bronce en los Juegos de Tokio 2020 y -de yapa- fue el máximo anotador del torneo.
“Te soy sincero, la verdad es que todavía cuesta tomar dimensión de lo que logramos. Somos conscientes de que conseguimos algo que hacía mucho se necesitaba en nuestro deporte, pero como que no caigo”, dice Lima en charla con Télam desde el hotel donde cumple el aislamiento obligatorio tras regresar a la Argentina.
El opuesto sanjuanino llegó, como sus compañeros, con la medalla colgada en el pecho. “No pensé en dónde voy a guardar la medalla, creo que la voy a tener siempre conmigo”, se ríe. “Esto es un sueño que teníamos de muy chicos. Tenemos mucha historia con este grupo, hace mucho tiempo que no se lograba algo con el vóley. Espero que la gente disfrute y el deporte lo aproveche”, expresó.
El seleccionado dirigido por Marcelo Méndez hizo historia en los últimos Juegos y volvió a ubicar al vóley argentino entre los tres mejores de la cita máxima del deporte mundial después de 33 años (la única medalla hasta ahora era el bronce en Seúl 88).
Y lo consiguió con victorias resonantes como la de Brasil, último campeón olímpico y N°1 del ranking; Italia -plata en Río 2016- en cuartos de final; Estados Unidos y hasta Francia, finalmente ganador de la medalla de oro en los Juegos de la pandemia.
“Realmente disfruté estos Juegos al máximo. Sabía que podíamos hacer grandes cosas con este equipo y sentía demasiada confianza para poder hacer las cosas bien. Creo que eso fue fundamental para poder sentirnos sueltos dentro de la cancha”, cuenta Lima, 25 años y 1.95 metro de altura, quien estuvo en Río 2016 con otro nivel de protagonismo (Argentina perdió en los cuartos de final con Brasil).
Con la misma tranquilidad que responde preguntas, el sanjuanino se afianzó en su puesto -bien habilitado por los armados mágicos de Luciano De Cecco- para convertirse en el goleador de Tokio 2020 con un total de 138 puntos, dos más que el MVP de los JJOO, el francés Earvin Ngapeth.
“En el partido por el bronce tuvimos altibajos pero estábamos muy fuertes de cabeza. Contra Brasil, un equipazo, sabíamos que se iba a jugar hasta el final y por suerte pudimos ganarlo. Nos merecíamos una medalla, se dio el crecimiento del grupo, nos matamos en todos los entrenamientos, el sacrificio valió la pena”, recuerda Lima, uno de los que se contagiaron coronavirus y llegó más tarde a la Liga de Naciones en Rímini, Italia, en los dos meses previos a los Juegos.
Si algo lo asombró en este tiempo, con los estadios vacíos y a miles de kilómetros de casa, donde su familia, padres, hermanos “estaban todos emocionados y muy contentos, obviamente”, fue el alcance en las redes sociales.
“Me pareció increíble, nunca imaginé que podíamos llegar a tener esa repercusión, eso también nos ayudó a caer en lo que estábamos logrando. La cantidad de nuevos seguidores por día fue lo que más me sorprendió”, admite Lima, con casi 83.000 followers en Instagram.
Sobre los memes que le hicieron, el jugador del Nice francés se divierte y aclara que le gustan el «Nene» y «Lima Limón», los dos apodos que le puso José Montesano, relator de TyC Sports (no confundir con «el Nene Malo», como se conoce a Sebastián Solé).
La Selección de vóley jugará en septiembre el Sudamericano en Brasilia, con dos plazas para el Mundial de Rusia 2022, aunque todavía no se sabe qué plantel llevará Méndez.
¿Ya se piensa en París 2024, con el envión de Tokio? “Sí, obviamente ahora cada vez queremos más. Pero creo que es tiempo de disfrutar este momento increíble y nada más”, concluyó Lima.
Fuente: Télam.